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Un caballo debe cepillarse diariamente, y muy especialmente al final del día, antes de que vuelva a la cuadra, para retirar el sudor y la suciedad.
Principalmente, si está en contacto con la tierra o el barro.
En todo momento debe prestarse vigilancia a la reacción del caballo: en la medida en que sea cepillado, se ha de observar si la fuerza empleada es la adecuada.
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